La vieja del monte
En
anteriores épocas, en que para viajar de la sierra a la costa se hacían largas
travesías a lomo de mula, por agrestes caminos, pedregosos y polvorientos; los
arrieros pasaron muchas desventuras; una de ellas se daba por los lados de
JUNIN, punto del partidero donde el camino se abre a Barbacoas y Tumaco,
lugares de selva tropical de cuyas marañas y espesura de busque no solamente
salían insectos bravos y serpientes venenosas sino bandidos y piratas unos
negros y otros indios que los asaltaban y robaban sus mercancías, cuando menos
si no los dejaban maniatados o heridos de muerte.
Don
Salomón Solarte, viejo poblador de Guaitarilla, carreteriano en principio,
sobrestante después, del Ministerio de Obras Públicas; cuenta que “perdió un
ojo” porque en esta época dura y trágica, a los campamentos llegaba en medio
del croar de grandes sapos y ranas, aullidos de animales y graznidos de aves la
Vieja del Monte. Que en su modo de descripción la presenta como una mujer
bestial de largo cabello como si fueran crines, ojos saltones, cejas
pronunciadas, boca y quijada sobresalientes y mentones y mejillas con un sin
número de arrugas, flaca hasta el extremo y su “tetas” largas y
desproporcionadas, que para facilitar su movimiento echaba sobre los hombros
sin mayor escrúpulo.
Otros
carreterianos compañeros del viejo cuentero, como pachito el “Norca” Portilla,
confirmaron los hechos y dice que “la vieja atacaba también en La Guayacana, La
Espriella y Candelillas, indicando que muchos obreros perdieron sus piernas por
fracturas al salir huyendo del espanto y caer entre abismos quedando inválidos
o muertos o ahogados
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